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Baja laboral por tendinitis de la pata de ganso: lo que nadie te cuenta hasta que lo vives

Hay situaciones que uno no espera que lleguen, hasta que el cuerpo te obliga a parar. Así fue como comenzó todo para mí: con una molestia leve, apenas perceptible, en la parte interna de la rodilla. Pensé que sería una sobrecarga momentánea, de esas que se van sin hacer mucho caso. Pero no fue así. Lo que empezó como un pinchazo pasajero terminó en una incapacidad temporal por tendinitis de la pata de ganso, una dolencia más común de lo que se cree, pero poco comprendida.

Esta lesión no solo afecta a deportistas, como suele pensarse. Quienes pasan muchas horas de pie, frente al ordenador o incluso sentados en posiciones incorrectas también están expuestos. Y si no se trata a tiempo, las consecuencias pueden ir más allá del dolor: comprometen la movilidad, la calidad de vida y, como en mi caso, la posibilidad de seguir trabajando durante varios días o incluso semanas.

¿Qué es la tendinitis de la pata de ganso?

La tendinitis de la pata de ganso es una inflamación de los tendones que se insertan en la parte interna y baja de la rodilla, concretamente donde convergen tres músculos: sartorio, recto interno y semitendinoso. Estos tendones forman una estructura que, por su forma al insertarse en la tibia, recuerda a la pata de un ganso, de ahí su curioso nombre.

El dolor que provoca suele ubicarse en la cara interna de la rodilla y empeora con movimientos como subir escaleras, agacharse o estar mucho tiempo sentado. A veces, el malestar es difuso, lo que lleva a subestimar su importancia hasta que las molestias se vuelven constantes.

¿Por qué se produce esta inflamación?

Las causas detrás de esta tendinitis pueden ser múltiples:

  • Sobrecarga por actividad física repetitiva, como correr o caminar largas distancias.
  • Alteraciones posturales o pisadas incorrectas.
  • Debilidad muscular en la zona de la cadera o el muslo.
  • Largas jornadas en la misma postura, especialmente sentado sin apoyo adecuado.
  • Sobresfuerzo puntual al levantar peso o adoptar una mala postura.

En mi caso, trabajar ocho horas frente al ordenador, con escaso movimiento y pocas pausas, fue lo que agravó la lesión. Empezaba el día sin dolor, pero al levantarme tras horas de inactividad, la rigidez se volvía cada vez más intensa.

¿Cuándo se necesita una baja laboral por tendinitis de la pata de ganso?

Solicitar una baja laboral por tendinitis pata de ganso no es una decisión fácil. Uno piensa que con reposo y algo de hielo será suficiente. Sin embargo, cuando el dolor interfiere en acciones cotidianas —como conducir, subir escaleras o simplemente caminar—, rendir en el trabajo se vuelve complicado. Más aún si tu trabajo implica estar mucho tiempo de pie o sentado, sin posibilidad de moverte regularmente.

Más allá del dolor físico, lo difícil fue aceptar que necesitaba parar. Al principio, insistía en continuar con mi rutina, intentando ignorar la incomodidad. Pero después de varios días sin mejoría, entendí que seguir así solo perpetuaría la lesión. Consulté con un especialista, me diagnosticaron y decidí coger la baja. Fue un acto de responsabilidad conmigo mismo y con mi recuperación.

Duración de la baja y tratamiento recomendado

El tiempo de baja laboral varía según la gravedad de la tendinitis. En casos leves, puede resolverse en unos días con reposo relativo y tratamiento adecuado. Pero si la inflamación es persistente, puede extenderse durante varias semanas. En mi caso, estuve cerca de un mes fuera del trabajo, combinando terapias, ejercicios de fortalecimiento y cambios en mis rutinas diarias.

El tratamiento no se limita al descanso. Generalmente incluye:

  • Sesiones de fisioterapia en Salamanca.
  • Programa de estiramientos y fortalecimiento personalizado.
  • Aplicación de frío en la zona afectada.
  • Tratar factores agravantes: mal calzado, mala postura, exceso de actividad.

Lo más importante fue entender que la solución no era solo eliminar el dolor momentáneo, sino corregir aquello que lo causaba. Desde cómo me sentaba, hasta la manera en que caminaba o subía escaleras. Un abordaje integral fue clave en mi proceso de curación.

Cómo afecta esta lesión al entorno laboral

La invalidez temporal por tendinitis de la pata de ganso puede parecer menor, pero tiene un impacto claro en el desempeño laboral. El dolor y la rigidez limitan la movilidad, lo que complica tareas físicas e incluso cognitivas, cuando la incomodidad no te deja concentrarte.

Muchos trabajadores prolongan innecesariamente su recuperación por el temor a pedir la baja. Yo mismo estuve días viviendo con dolor, intentando compensar cojeando o evitando ciertas posturas. Pero esto, lejos de ayudar, empeoró la inflamación. Cuando finalmente descansé, noté mejoras significativas. A veces una pausa a tiempo es la mejor inversión en salud.

¿Qué hice durante la baja laboral?

Durante ese tiempo, lo principal fue seguir las indicaciones de mi fisioterapeuta. Comencé con movilizaciones suaves, técnicas manuales para descargar la zona y ejercicios específicos de musculación y estiramiento. Pero también tuve que aprender a adaptar mi día a día: caminar con conciencia, evitar largas horas sentado y dedicarme espacios de recuperación activos, no de sedentarismo.

Incorporé cambios que aún mantengo: pausas activas frente al ordenador, uso de cojines ergonómicos y rutinas matutinas que activan la musculatura antes de comenzar el día. Fue un proceso gradual, pero efectivo.

Errores comunes al afrontar esta lesión

  • Ignorar las primeras señales: El cuerpo avisa. Un dolor ligero y repetitivo no debe pasarse por alto.
  • Automedicarse sin diagnóstico: Tomar antiinflamatorios sin supervisión puede enmascarar la lesión, no curarla.
  • Consultar tarde: Cuanto antes se inicia el tratamiento, más rápida y completa es la recuperación.
  • Retomar la actividad demasiado pronto: Aunque el dolor desaparezca, la zona puede seguir vulnerable si no está bien fortalecida.

¿Cómo prevenir la tendinitis de la pata de ganso en el entorno laboral?

La prevención es clave, especialmente si trabajas muchas horas en la misma postura. Algunos consejos que me han resultado útiles:

  • Levántate cada 45 minutos para caminar unos pasos.
  • Adopta una postura correcta en la silla, con apoyo en ambos pies.
  • Fortalece los músculos del muslo y la cadera con ejercicios regulares.
  • Haz estiramientos suaves antes y después de tu jornada laboral.
  • Utiliza calzado adecuado, con buena amortiguación.

Pequeños gestos diarios pueden marcar la diferencia. A veces subestimamos cómo nuestra rutina afecta silenciosamente al cuerpo, hasta que este nos obliga a hacer un alto en el camino.

Volver al trabajo tras una baja por tendinitis

Volver al trabajo después de una baja por tendinitis de la pata de ganso requiere prudencia. Aunque físicamente te sientas mejor, es esencial no caer en viejos hábitos. En mi caso, prioricé un retorno progresivo. Avisé a mi equipo médico cuando sentí que podía volver, y pacté con mi entorno laboral medidas de adaptación: horarios flexibles, más pausas, apoyo ergonómico en el escritorio.

También aprendí a escuchar mi cuerpo. Si notaba tensión o rigidez, no forzaba. En su lugar, hacía estiramientos, caminaba unos minutos, o simplemente descansaba si era necesario. Esta lesión me enseñó que una buena recuperación no termina con el alta médica: continúa en cada gesto diario.

Hay una gran diferencia entre sanar y dejar de tener dolor. La primera implica entender tu cuerpo, ajustar rutinas y mantener el cuidado.

Si estás atravesando algo parecido, recuerda que parar no es un signo de debilidad, sino de amor propio. Reconocer que necesitas descanso, tratamiento y cambio es el inicio de una recuperación real. Mi camino con la tendinitis de la pata de ganso fue duro, pero también fue una oportunidad para conocerme mejor y respetar mis límites. Escucha a tu cuerpo y atiende sus señales antes de que se conviertan en gritos silenciosos. Tu salud lo merece.